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Heráldica

Historia

Los hermanos de nuestra hermandad portan en la medalla el escudo de la corporación. Es de metal dorado, de unos 6 cm. de altura y pendiente del cuello por un cordón trenzado rojo.

Síntesis de la Hermandad del Santísimo Sacramento, Santa Espina de la Corona de Nuestro Señor Jesucristo, Inmaculada Concepción de María y Ánimas Benditas

Siglo XV

A principios del siglo XV consta la existencia de una hermandad poco conocida denominada de Nuestro Redentor o de Nuestro Señor Jesucristo, posiblemente de carácter penitencial. En 1421 se sabe documentalmente que esta hermandad poseía una pequeña ermita emplazada en el terreno que hoy ocupa el ábside de la Iglesia de San Martín, constando que en ese año hizo donación del solar de dicha ermita para que en el mismo se construyera la cabecera del actual templo, a cambio de lo cual obtuvo el patronato de la capilla mayor, así como una pequeña capilla a los pies del mismo. A finales del siglo XV, ante el fervor suscitado en la feligresía de San Martín por la reliquia de la Corona de Espina que el Dr. Torres trajo del Vaticano y que todos los años se exponía a la veneración en el templo parroquial, la Hermandad decidió añadir a sus fines del promover la devoción de la mencionada reliquia, pasando a denominarse Hermandad de Nuestro Redentor y Santa Espina de la Corona de Nuestro Señor Jesucristo.

Siglo XVI

En 1511 se produce una eclosión de hermandades sacramentales en las distintas parroquias, siendo un de las primeras en fundarse la de la Parroquia de San Martín, pues consta su existencia en 1518. Sin embargo, esta hermandad sacramental no fue producto de una nueva fundación sino de la transformación de la anterior Hermandad de Ntro. Redentor en corporación sacramental, la cual pasó a denominarse Hermandad del Santísimo Sacramento y Santa Espina. En 1578, se produjo la donación de la reliquia de la Santa Espina, por parte de la familia propietaria de la misma.

Siglo XVII

Durante los siglos XVI y XVII la Hermandad disfruta de una esplendorosa vida espiritual y corporativa, disfrutó de una aventajada situación económica que permitió a la corporación realizar importantes inversión de índole artística para dar esplendor a sus actos de cultos, entre los cuales mencionamos la construcción del actual retablo mayor de la iglesia entre otras obras. En el año 1698 se construyó el relicario de plata con columnas salomónicas en el que se guarda la reliquia de la Santa Espina.

Siglo XVIII

En el siglo XVIII la cofradía mantuvo incontables pelitos contra diversas instituciones y particulares que debilitaron su posición económica. En el año 1786 se construyó un retablo de Ánimas para el ángulo exterior de la fachada de la iglesia, que fue desmontado en el siglo XIX, conservándose actualmente en la hornacina del mismo con una pintura mural del escudo de la hermandad.

Siglo XIX

En el año 1792 se le dona a la hermandad la antigua capilla de San Juan, decidiéndose que en la misma se instalara la capilla del sagrario y que no es otro que el actual de la Virgen del Buen Fin.

A partir del 1836 las medidas amortizadoras se dejaron sentir de manera importante sobre esta hermandad, de forma que fue perdiendo paulatinamente todas sus rentas y propiedades hasta que se llegó al año 1851 en el que le fueron confiscadas las ultimas que le restaban, quedando sumida la corporación en una agudísima crisis económica y corporativa. En 1870 fue reorganizada, aunque sin más resultado que un nuevo periodo de decadencia hasta el 1890, año en el que vive un nuevo resurgir.

Siglo XX

La pérdida del carácter parroquial de la Iglesia de San Martín, ya en el siglo XX agudizó aún más la crisis económica de esta hermandad que fue subsistiendo a duras penas con pocos medios y escasos hermanos. Así se llega a 1981, en que se produce la fusión con la Hermandad de la Sagrada Lanzada.

Síntesis de la Real, Antigua y Fervorosa Hermandad y Archicofradía de Nazarenos de la Sagrada Lanzada de Nuestro Señor Jesucristo, Nuestra Señora de Guía, San Juan Evangelista y María Santísima del Buen Fin

Siglo XVI

En 1579 consta la existencia de una hermandad gremial de gloria llamada de Nuestra Señora de Guía que estaba erigida en el Convento del Espíritu Santo de Triana, siendo sus cofrades los patrones y marineros de las gabarras que transportaban mercancías por el río desde Sevilla hasta Cádiz y Sanlúcar. A finales del siglo XVI esta hermandad fija su sede en la parroquia de San Nicolás donde, entre 1591 y 1595, se transforma en cofradía de penitencia bajo el título de Nuestra Señora de Guía y Sagrada Lanzada de Nuestro Señor Jesucristo, siendo popularmente conocida como Guía y Lanzada.

Siglo XVII

Del año 1602 data la primera noticia documental cierta de esta hermandad, pues en dicho año la autoridad eclesiástica examinó sus primitivas reglas para fijar el orden que debía ocupar en las procesiones del Corpus. Entre 1612 y 1622 realizó de manera ininterrumpida estación de penitencia desde la Iglesia de San Nicolás.

En la reducción de cofradías de 1623 la autoridad competente obligó a esta de la Lanzada a fusionarse junto a las del Traspaso y Tres Necesidades con la hermandad de la Soledad del Convento del Carmen (hoy de la Parroquia de San Lorenzo), constando la existencia de dicha fusión hasta mediados de la década de 1630 en que volvió a queda independiente, aunque muy decaída, hecho que obligó a buscar el amparo de la cofradía de las Tres Necesidades estableciéndose en el templo de San Francisco de Paula.

Hacia 1640, se funda en el barrio de la Feria una corporación mariana de gloria titulada de Nuestra Señora del Buen Fin, la cual pronto disfrutó de una vida próspera, por lo que en 1642 la Hermandad de Guía y Lanzada decidió fusionarse con ella, pasando a titularse la nueva corporación resultante como Hermandad de la Sagrada Lanzada de Nuestro Redentor y Madre de Dios del Buen Fin, fijándose ya en las primeras reglas, que haría estación de penitencia el Miércoles Santo, portando sus nazarenos túnicas negras de cola. Hacia 1653 la hermandad fijó su sede en la iglesia del Convento de San Basilio, en la calle Relator. En este lugar, en 1670, se construyó la anterior imagen dolorosa de Nuestra Señora del Buen Fin, pues hasta entonces se tenía como titular una efigie de gloria de la misma advocación.

Siglo XVIII

En 1703 la hermandad contrató con un desconocido artista la talla de San Juan, las Marías, Longinos a caballo, los dos ladrones y un sayón para componer el paso de misterio. De todas estas imágenes, solo se conserva en la actualidad la de San Juan Evangelista. La adquisición en esa misma fecha de un paso procesional, provocó un importante desembolso que hizo que se suspendiera la estación de penitencia hasta el año 1733, saliendo ese año aunque con muchas dificultades que le supuso una profunda crisis de la que no se recuperó hasta el 1754.

Siglo XIX

En 1800 la hermandad vive nuevos momentos difíciles tras la destrucción de los dos pasos procesionales por el hundimiento del local que en los que se conservaban a lo largo del año y por la muerte de la mayoría de sus hermanos en la epidemia de fiebre amarilla.

El día 3 de febrero de 1810 las tropas francesas irrumpieron en la iglesia del Convento de San Basilio saqueando la capilla de la hermandad, destrozando la efigie de la Virgen del Buen Fin y quemando las tallas de la Magdalena, el Longinos y el sayón judío, salvándose aunque con diversos daños el resto de las imágenes. Pocos días después de estos hechos, se concertaba con el escultor Juan de Astorga la construcción de nuevas imágenes de la Virgen del Buen Fin (aunque se recoge en los escritos que el joven imaginero malagueño, presentó su intervención como una “recomposición”, es decir, una restauración) y las Marías que son todas ellas las que conserva actualmente la hermandad.

Durante la ocupación francesa, la corporación residió provisionalmente en la Parroquia de San Marcos, aunque volvió a su capilla de San Balisio tras la expulsión de los franceses en el año 1814. Años más tarde y por diversas desavenencias con la comunidad de los basilios, la corporación se trasladó a la Iglesia de San Francisco Paula, adquiriéndose una capilla en propiedad situada junto a la puerta principal. En 1833 volvió a salir procesionalmente, cediéndoles en esta ocasión los jesuitas al Crucificado de la Buena Muerte, obra de Juan de Mesa y hoy titular de la Hermandad de los Estudiantes. En 1836 se exclaustra el Convento que servía como sede y la corporación se ve obligada a buscar nueva sede, siendo acogida en esta ocasión en el ex-Convento de Pasión, haciendo estación de penitencia en los años 1847 y 1849, volviendo en ese año a su capilla de San Basilio desde la que realizó su salida en el 1850. También en ese año logra la cesión de un nuevo crucificado de papelón procedente de la extinta hermandad de la Antigua y Siete Dolores. Un año más tarde, en 1851, la hermandad se ve obligada de nuevo a trasladarse hasta la iglesia del Santo Ángel, por el cierre de su actual sede. En esta nueva ubicación, logra la cesión por parte de los rectores del templo de la imagen del Cristo de los Desamparados, de Martínez Montañés saliendo por primera vez en 1852. Ese mismo año, la Virgen estrena un manto y saya bordados, conservándose esta última siendo la que actualmente usa en su salida procesional en la tarde del Miércoles Santo. A partir de 1856, sufre un nuevo período de decadencia que se extiende hasta 1875, en que vuelve a procesionar, estrenando en 1877 un paso de misterio neogótico diseñado y tallado por el escultor Manuel Gutiérrez Cano, mayordomo de esta hermandad. En 1883 vuelve a entrar en crisis, recuperándose definitivamente en 1895, volviendo a hacer estación penitencial en 1896, año en que suprimió el paso de palio, estrenando a la siguiente nueva efigie de Longinos y caballo, obras del prioste de la cofradía, el escultor Emilio Pizarro.

Siglo XX

En 1900 creó un precedente al ser la primera Hermandad que suprimió de su recorrido de vuelta el paso por Placentines y Francos, haciéndolo por la Avenida. En 1915, ante las graves desavenencias con los carmelitas del Santo Ángel, fijó su sede provisional en S. Román, de donde salió en estación de penitencia reponiendo el Crucificado adquirido en 1850, al tiempo que se estrenaron los actuales hábitos de los nazarenos. Tras la Semana Santa de ese año, la hermandad establece su sede canónica en la Iglesia de San Gregorio, en la que en el año 1929 se produce la bendición del nuevo crucificado, obra del escultor Antonio Illanes.

Este mismo imaginero labraría en el año 1931 una efigie de la Virgen de Guía. Un año más tarde y debido a problemas de conservación de esta nueva sede, tiene que trasladar sus imágenes hasta la Iglesia de San Martín, aunque hasta 1940 seguiría haciendo estación desde el templo de la calle Alfonso XII.

Anteriormente en el año 1931 volvió a sacar paso de palio en el que figuró la nueva Imagen de la Virgen de Guía que al efecto se construyó en este año, la cual se pasaría al de misterio en 1936, sacando entre este año y el de 1939 bajo palio a la del Buen Fin, aunque en el año 40 volvería a suprimirlo, retirando a la Virgen de Guía del culto.

En 1950 estrenó el actual paso de misterio saliendo completamente acabado en el 1955, y en el 1967 obtuvo la cesión de la Iglesia de S. Martín. En el 1971 el escultor Illanes labra nueva efigie de Nuestra Señora de Guía que sustituyó a la anterior de este mismo artista, la cual figura desde 1973 en el paso de misterio, por estrenarse en este año un nuevo paso de palio para María Santísima del Buen Fin.

En 1981 la hermandad de penitencia de la Sagrada Lanzada se fusiona con la Hermandad Sacramental de S. Martín y con la de gloria de la Esperanza “Divina Enfermera”. En 1995‑96 celebró brillantes actos con motivo de su IV Centenario fundacional. Entre los años 2009 y 2010 se celebraron actos con motivo de los 200 años de la hechura de María Santísima del Buen Fín, que culminaron con la salida extraordinaria de la imagen en su paso de palio.